Voy a morir, eso dice el
oráculo, yo no le creo, eso es de suponerse, la peste me ha atacado y cada vez
pierdo más mis fuerzas, hasta creo haber salido de mi cuerpo, he empezado a ver
las cosas distinto, me he visto actuar, me he visto cometer errores y a un así
no me detengo, es extraña esta certeza que la muerte está cada vez más cerca,
he comenzado a perder la fe en todo y en todos, me voy dando cuenta de lo
inútil que ha sido esta vida, sin ningún ápice de aventura, sin cosas que hagan
de la vida algo memorable, todo por seguir lo correcto y lo debido, por siempre
decir la verdad incluso en ocasiones donde sacrificaba lo poquito de feliz que
podía ser, veo esto y no me detuve, era demasiado tarde, ya me había convertido
en un fantasma de buenos modales, de esos intachables, aburridos. Ahora en este
repaso de mi vida, me doy cuenta de los errores de hacer las cosas bien, se le
quita la emoción que deja la incertidumbre, la sensación de peligro, de que te
atrapen con las manos en la masa, el
sabor de la vida radica en una vida imperfecta. Pero ya es demasiado tarde, el
candelabro está por apagarse completamente, y ese pequeño destellos, ese tenue
fuego a punto de irse, esa es la verdad que he descubierto, pero ya no alcanzo
a salvarlo, en cuanto me mueva apagaré todo, en cuanto muera se apagará todo,
se habrán esfumado todas las oportunidades, todas las cosas que dejé de hacer
por alcanzar la más aburrida perfección.
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